porque lo escucho desfallecer
cuando oigo sus risas,
cuando oigo sus burlas,
y sus timas.
Mi corazón no es tan duro como aparenta ser
porque lo escucho desfallecer
cada vez que oigo sus críticas,
sus comentarios cínicos,
sus hablares absurdos.
Mi corazón no es tan duro como aparenta ser
porque lo escucho desfallecer
cuando los oigo gritar
de dicha y felicidad
por el daño ocasionado al cortar un árbol.
Mi corazón no es tan duro como aparenta ser
porque lo escucho desfallecer
cuando los oigo luchar
por el hambre mortal
que azota la ciudad.
Mi corazón no es tan duro como aparenta ser
porque lo escucho desfallecer
cuando oigo las suplicas
de los niños en los hospitales,
de los ancianos aterrados,
de los adultos encerrados.
Mi corazón no es tan duro como aparenta ser
porque lo escucho desfallecer
cada vez que oigo el llanto
de la madre frente al ataúd
que lleva el fruto de su ser,
de su amor, de su dolor.
Mi corazón no es tan duro como aparenta ser
porque lo escucho desfallecer
cuando oigo los llamados
a pelear, a matar, a robar
el alma, los sueños, las palabras.
Mi corazón no es tan duro como aparenta ser
porque lo escucho desfallecer
cada vez que me ves.
Photo
by Pedro de Sousa on Unsplash
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