me ha llevado hasta aquí.
La ruindad me rodea
y mi corazón rápido bombea.
Almas en pena, pasan,
me persiguen, quieren
que yo las libere, o eso
es lo que dice mi mente.
Pero ella, escalofriante hasta el hueso,
me observa, muy cuidadosamente;
me extraña, me asusta.
No es como las otras,
parece astuta,
con semblante pétreo, adusta.
Hostiga mi ser,
con su lóbrego parecer.
¿Qué querrá?
Nada bueno, quizás.
Al infierno de su vida
me desea —digo yo— llevar.
¿Será?
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