una mirada aquí,
un roce allá.
El flirteo ocasional
y la seducción al hablar.
Entonces al charlar,
al salir y caminar,
entra en juego la dopamina,
la alegría y el placer
se juntan en un solo andén.
Cuando la atracción se hace mayor,
la feniletilamina entra en rigor.
Estimulando los pensamientos y
los sentimientos.
Luego viene la posesión
sin ningún control,
intenciones indomables,
corren sin temor
por las venas del cuerpo,
¡Oh, señor!
La culpa de todo la tiene la serotonina
una apasionada amina
producida por una conversión bioquímica.
Pero nada mejor,
que se te acelere el corazón
la presión aumente,
y te atraiga completamente
al ver sus ojos relucir
y su sensual lucir.
Y no, no es el amor,
propiamente hablando
es la norepinefrina
presente en tú química sanguínea.
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by Laura Ockel on Unsplash
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