días en los que quieres saltar
a un precipicio o al mar.
Días de buenas obras
y otros de deshonras.
Días que te apasionan,
o que te ahogan.
Días en los que amas fuertemente
y en los que lloras horriblemente.
Hay días buenos y días malos.
Días en los que ríes y comes helados,
y en los que te frustras y caminas por todos lados…
sin un rumbo fijo, a un mundo desconocido.
Días de días, esos de dicha e incluso, de desdicha.
De soledad y de aparente normalidad.
Días de belleza y atracción,
así como de repulsión y desolación.
Hay días buenos y días malos.
Días que gritas de euforia y felicidad
y también aquellos llenos de avaricia y atrocidad.
Unos con recelo y turbación,
algunos de gallardía y perfección.
Hay días buenos y días malos…
no dejemos que los días malos ganen.
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