Cuando escucho el sonido de la lluvia

Soy una persona anormal. Y no busco consuelo por ello. Es bastante bueno. Amo el sentimiento penetrante cuando lo único que existe a tu alrededor es el silencio sepulcral, tirante… que puede cortarse en el aire como la tensión entre dos ex amantes. 

Quizás no me explique con claridad y ustedes no logren entender. Más, cuando estoy rodeado de ese vacío sonoro en donde lo único que perturba la quietud del aire es el propio latido de un corazón nervioso tu corazón, o sea, en este caso el mío, ya que hablo de mí y del constante inhalar-exhalar que permite que todo dentro de ti funcione como debe ser, siento algo extraño, no malo, no incómodo. 

Solo extraño. Como un extraño/raro/bueno. Me gusta ese ambiente. Mucho. Mucho. Mucho. Y es que he matado por eso. Porque esa pequeña y parecida perfección en mi vida que me hace sentir, pueda mantenerse por siempre. 

Sin embargo, aquí, agazapado en la oscura y fría esquina de este maltrecho hogar, algo osa trastornar el mutismo que me rodea. 

¿Qué es eso tan chocante? 

Me muevo con sigilo, revisando cada rincón de mi asqueroso lugar, pero no consigo la fuente del murmullo cada vez más fuerte… 

De repente lo entiendo. 

¡Como una epifanía me golpea tal cual un tren cargado a 75 mph!

Es el rumor que acompaña el constante caer de las gotas de lluvia contra una ventana, ahora reconozco el tic, tic, tic, tic infinito tan característico de un aguacero. 



Así que, tal vez, haya mentido un poco. No solamente siento algo, algo infrecuente, en el momento en el que la afonía de la noche (o del día) me envuelve, sino que cuando escucho el sonido de la lluvia mi corazón martillea fuertemente contra mi pecho. 

Insólito. Pero cierto.

Así que me despojo de mi vieja y descolorida vestimenta y me encamino al exterior para que la copiosa caída de agua lave cada parte de mi maligno, perverso y ruin cuerpo. 

Luego regreso a la mudez de mi renegrido nido, esperando pacientemente la muerte de un organismo que no siente nada ya, salvo para un par de excepciones.

Teffy Campos

23. Venezolana. Escribo lo que siento, pienso, opino e imagino. Son trocitos de mi alma que se escapan a diario, quizá por el exceso de sentir

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