Escribir

Es por ratos, es por momentos, por segundos... Efímero y raudo. Como un hechizo que cautiva, que te confunde y se deriva en esto, en aquello. 
¿Amor
o desilusión?
¿Prosa
o
rima?
¿Tal vez una mezcla?
O solo una reflexión.
Escribir un guion
o una receta, ¡no te digo yo!

Es extraño.
Ese tirón que te embarga
que te llena,
que te clama
porque vuelques
tu mente en algo,
en algo que no sabes
hasta que lo escribes.

Poco a poco la oscuridad
se va,
y el pensamiento toma forma
se cocina,
se cuece,
se hila
y allí lo tienes.
Una obra de arte.
Algo de ti
pero no sobre ti, precisamente.

Extraño.
Extraño.
Muy extraño.
No es cuestión de musas,
o de buscar “inspiración”.
Es sentir, sentir mucho
y plasmarlo en algo
algo que tiene sentido
solamente cuando es escrito.

Es por ello que cuando las emociones
son tan excesivamente fuertes
escribimos, escribimos con el corazón en la mano.
Para desahogar, drenar. Todo eso y más.
Y lo atribuimos a musas y demás.
Pero solo eres tú y lo que aprecias
de todo.
De la vida.
Del amor del día a día.
De los animales encarcelados y golpeados.
Por esa abuela y sus helados.
Por la madre y su renacuajo.
Por el mundo.
Por el universo.
Por el todo y para el todo.
Es así.
Tan sencillo como complicado;
tan fugaz esa sensación.
Porque a veces, no quieres,
no quieres escribir nada.
Nada de nada.
Y no porque no puedas,
si no porque se va,
no percibes nada ya,
pero si lo intentas
también resultará.

Porque el escritor
más allá de ser alguien que escribe
es alguien que se motiva por todo, que siente.
Y sé que decir que cualquiera que escribe es escritor
puede ser un error,
¿o no?
Es como el pintor y sus pinturas;
es como el panadero y sus panes.
Es como el fotógrafo y sus instantáneas.
Es algo más.
Más que solo líneas que alguien leerá.

Cuando alguien escribe
puedes ver lo crudo de su pensar;
lo inútil de su razonar
y su poca capacidad para hilar
sin dejar fluir el exceso de sentir.
Pero eso no es malo.
Al contrario.
Es hermoso, magistral, maravilloso.
Cuando alguien escribe, lo hace porque lo siente.

Muchas veces vamos por la vida,
cerrados herméticamente
sin dejar atisbos de nada.
Sin apreciar lo bello de alguna arbolada,
o el cantar de los pájaros en la mañana.
¡Qué tristeza!
¡Qué horror!
Vivir sin sentir.
Eso no puede llamarse así,
porque la vida es cuestión
de advertir… lo que está a tu alrededor.
Sea bueno o no.

Escribir va más allá de cualquier barrera emocional.
Tumba todos esos paneles que recubren con razón
y aislan los dones de la pasión.
Escribir debería ser sinónimo de vivir
y de sentir.

Porque aquí en estas líneas, por ejemplo,
me percibes a mí.
Siendo feliz.
Estando en calma.
Apreciando la nada.
Escuchando la música de mi corazón
y viendo mi alma resplandecer,
dejando a un lado, por un momento, la lógica y la razón.
Que me dice que debo estudiar,
que debo analizar,
que debo hacer miles cosas para poder avanzar.
Pero por un momento dejo todo
y me enfoco en comprender estas líneas.
Y descubrí que nunca había sido tan feliz
como al escribir.
Tan feliz como pasar un parcial con diez de diez.
Tan feliz como comer un chocolate oscuro.
Tan feliz como comprar la comida que quiero comprar.
Tan feliz como cuando mi mamá hace arepas de harina pan.
Tan feliz como cuando veo las estrellas del firmamento brillar.
Si no dejara todo y sintiera.
No podría escribir.
Porque estaría enfocada únicamente en los números y el dinero
para poder sobrevivir
aunque sea un día más.
Hacer eso, algo muy común,
significaría suprimir el don.
El don con el que he nacido,
con el que he sido bendecida.
Más allá de cualquier inteligencia,
más allá de la cuna y las pertenencias,
puedo llegar a sentir todo…
solo por un instante: cuando escribo.
Para luego cerrarme y salir al mundo
tan cruel y despiadado en el que vivo.

Escribir es ser libre.
¿No lo han notado ya?
En la historia la gente ha escrito
mucho,
mucho,
mucho.
Y eso nos ha hecho avanzar,
evolucionar.
Conocer la verdad.
Gracias a esos escritos hoy somos lo que somos.
Y no, no planeo hacerme inmortal con estas líneas,
que quizás no signifiquen nada ya.
Pero, en este momento, escribiendo esto
me siento eterna.
Felizmente eterna.
Y eso es más de lo que puedo esperar
de algo que surgió sin pensar…
del corazón.
Escribir no es solo volcar letras en una página
es llorar palabras,
sentir rimas
verter pensamientos que gritan…



Photo by Álvaro Serrano on Unsplash

Teffy Campos

23. Venezolana. Escribo lo que siento, pienso, opino e imagino. Son trocitos de mi alma que se escapan a diario, quizá por el exceso de sentir

2 comentarios:

  1. ¡Exquisito! Sin duda alguna, no podría decirse que he leído algo de otro mundo, pero la verdad está fuera de este cruel y despiadado mundo

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    1. Jajaja, muchas graciaaaaaas c: Aprecio que pienses eso.

      Saludos, agradezco que te hayas pasado por aquí. Te invito a que leas las otras entradas, quizás encuentres alguna más que te agrade.

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