Previo a este estado, soñar era un pasatiempo imprevisible, increíble e inefable: sin fin.
En este momento lo único que deseo es sucumbir a un sueño sin final, donde no me alcancen las garras de la cruel soledad.
¿Qué está pasando?
Nada es lo mismo. Nada llena el vacío: ni escribir burdas letras o leer por horas un libro.
Necesito poder respirar, pensar claramente, desentrañar…el absurdo enredo que ha tomado mi libertad.
¿Será posible dejar de escatimar palabras y hablar con absoluta claridad?
Da que pensar.... Aunque lo mejor será dormir ya.
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